Antes de nada, quisiera pedir perdón humildemente ya que no hay nada nuevo en la música que escribo y, además, por intentar que no lo haya. Quizás sea esa la razón por la que prefiero decir que me considero un escritor de música más que un compositor. Simplemente intento contar historias a través de la narrativa musical. Y, si puede ser, de la forma más sencilla posible y, por qué no decirlo, casi “naif”. Pero si hay algo que me mueve cuando empiezo una obra, es procurar que lo que transmita mi obra no resulte cansado y aburrido, sino que sea sentimental y emotivo y que, en la medida de lo posible, apetezca escucharlo una vez más. Se trata, pues, de ser accesible para el oyente y los intérpretes. O, en otras palabras, no escribo para los compositores.
De hecho, creo que estos valores se encuentran bastante ocultos en mucha de la música que se escribe hoy en día y, es más, parece que es importante antes de escuchar una obra, conocer en qué fecha se ha escrito y cómo debe entenderse la obra. Permítanme un ejemplo, si Beethoven nunca hubiese escrito su Sinfonía N.º 6, la conocida como Pastoral, y alguien la escribiese hoy en día… ¿no podríamos tener el mismo derecho a disfrutarla y emocionarnos? ¿Por qué? ¿Porque no aportaría nada nuevo? ¿Es que no se entendería por sí sola?
Creo que la música, como todo arte, no debería tener fecha de caducidad, ni necesita de ninguna explicación para transmitir emociones. Y, por favor, no me malinterpreten. No puedo, ni por asomo, comparar la más mínima de mis semifusas, con la obra de Beethoven. Ojalá, pudiera escribir un silencio de corchea tan bién como él.
Pero déjenme insistir, por si no me he expresado bien, que con esto no quiero decir que no haya que investigar y avanzar y aportar algo nuevo en la música, sino que creo que es posible que puedan coexistir ambas líneas de escritura. No creo, entonces, que a mi obra pueda aplicársele la máxima de Verdi “…Torniamo all antico, e sara un progresso…”. Lamento, pues, si alguien se acerca a mis partituras y espera encontrar otro tipo de música. No era esa mi intención.
Sólo pretendo contar historias. O, mejor dicho, ponerles música.